Pocos
tienen mucho o todo.
Muchos
tienen poco o nada.
Sin
embargo, los primeros parecen más fuertes.
Pero
ellos saben que no.
Saben
que ellos no serían nada
si
los muchos unidos marchan juntos sin fisuras y con decisión.
Por
eso nos dividen, nos trocean.
Nos
entretienen.
Dejan
las migas.
Si
siguiéramos ese rastro de migas
llegaríamos
hasta ellos
y
podríamos convertir
que
todos para todo
que
nadie sin nada.
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