Ser bueno te hará dichoso, ser culto te hará libre. José Martí.

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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Licor de lluvia

RUTINA   7: 00  a.m.


Los pasos vierten
su vómito de sed en las aceras,
programados gorriones ametrallan los sueños,
nieblea la luz de las farolas
y alguien se ha olvidado el periódico
en una canción de la radio.

Hoy es lunes
pero podría ser mañana.
Mi boca colorea de vaho las calles
que siempre obedecen al mismo lugar
e idéntica dureza alquilada a la derrota.
En los bares
cada respiración naufraga,
cada idea se desliza escapando del cerebro,
hasta que éste no exista
y sólo sea un juego de números.

Hoy es martes
pero podría ser mañana,
mientras
alguien se ha olvidado el periódico

viernes, 12 de diciembre de 2014

Cinco minutos con Woody Allen en Nueva York

Introducción
     Capítulo primero. Ana y Javier viajaron a Nueva York en el otoño de 2008 durante el apacible periodo del Indian Summer. Para ellos, Nueva York era la ciudad de Woody Allen… formal, demasiado formal. Hay que ser más crítico… Los intrépidos viajeros Ana y Javier viajaron a la corrompida ciudad de los rascacielos, la ciudad corrupta del Padrino y la mafia, la comida basura, el ruido del tráfico, la contaminación… suena a sermón típico y tópico. Es decir, quiero que guste a los neoyorkinos. Comencemos de nuevo… La ciudad que nunca duerme esperaba a Ana y Javier, se habían propuesto conocer a su admirado Woody Allen, y conocían incluso la dirección de su casa y sus costumbres… patético, suena a película de psicópatas. ¡No somos asesinos! En fin, reconozcámoslo ¡quiero vender libros!... Ana y Javier, enamorados, viajaron al escenario natural de las maravillosas películas de Woody Allen. Un lugar ideal para amarse, hacer el amor… ¡sí! Esto me gusta… y pasear al son del jazz en la ciudad que ellos siempre veían en blanco y negro.
Suena apoteósicamente música de George Gershwin.

     Ahora en serio. A finales de septiembre del año 2008 hicimos el viaje que más nos apasionaba realizar, casi única y exclusivamente por los films de Woody Allen. Durante nueve días, recorrimos todos los escenarios de nuestras películas favoritas, no solo de  Allen sino también de otros muchos largometrajes, que logramos situar en su contexto real, y otros que encontramos sin proponérnoslo, pero es que hay tantos ya, que resulta muy difícil caminar y no encontrar alguno que, de repente, nos sonara como lugar donde se rodara una escena. Y ya que sabíamos donde Woody Allen toca los lunes por la noche con su banda de jazz, ¿por qué no ir a conocerlo? Aunque sólo fuera para verlo de lejos. Y, ni cortos ni perezosos, eso hicimos.



jueves, 4 de diciembre de 2014

El bar de Mario

     Mario es un joven que para salir de la crisis abre un bar. Sus amigos, con los que ya no sale, van y vienen cada uno con sus problemas. Mario se ha convertido en esclavo de la barra, esclavo de su propio trabajo y ya no tiene tiempo ni para salir con su novia. La acción transcurre durante un día entero, desde el amanecer hasta la madrugada. Los conflictos personales y de que cada uno de los personajes tejen una maraña del retrato desencantado de la juventud.



martes, 2 de diciembre de 2014

Fin de siglo en México DF

Introducción


Cuando te diriges hacia un destino a gran velocidad, quizás no veas los fugaces árboles del camino, pero sí las golosas y mullidas nubes blancas de un día plácido. Así éramos los dos. Mientras que yo observaba las rápidas ramas en plan surrealista, deseando escalarlas, detenerme y abrazar cada tronco, confundirme entre su frondosidad, que nadie me viera. Fernando veía los pomposos cúmulos y deseaba alcanzarlos, que todos lo contemplaran allí: en la cima. Pero ni yo me detenía a subir a esos arquitectos del bosque ni Fernando llegaba a ese nimbo, aunque pareciera estar más alto y cerca que yo de las raíces del viento.
Cuando compré mi billete de avión a México DF intuí que experimentaría una situación especial. Fernando había conseguido lo que para mí era un sueño: vivir de la música, de su auténtica vocación, de su talento y persistencia. Podría ser que solo pasara el mes con lo justo y con estrecheces, pero ese escalón alcanzado por él suponía para mí una montaña inalcanzable con respecto a mi pasión por la poesía. Subsistir de lo que escribiera era todo un reto que no sabía si podría conseguirlo. Arrojarme a esa piscina, como Fernando había hecho con la música, sin saber antes la temperatura del agua, si cubría o no, si había demasiado cloro, era excesivo para el incierto mundo de los versos, ya que no me consideraba capacitado, ni había estudiado ninguna carrera universitaria, para otras facetas de la escritura que pudieran tener mayor salida laboral.

De todos modos, me propuse registrar aquella experiencia, mis conflictos y dudas personales, en forma de diario. Una fórmula literaria que nunca había practicado, pero de la cual, quizás, saliera algo interesante. Solo el hecho de volar a otro país y conocer otra cultura supone una aventura por sí misma, y más cuando no se realiza el viaje por turismo sino para visitar a quien vive allí y mezclarse con sus experiencias diarias normales. La relatividad del tiempo se transforma y lo que sucede de manera rutinaria en tu quehacer diario hace que durante unas vacaciones parezca un tiempo mayor, igual en cantidad, pero no en intensidad. Intuí que de aquel cuaderno podría surgir una novela algún día. La situación invitaba a ello. La bohemia musical en la que parecía vivir Fernando, y mi propia búsqueda de otra bohemia en la que bañarme y regatear así a la realidad que parecía ya rodearme sin dejar salidas, parecía dar suficiente jugo literario para esa posibilidad de argumento, además de nuestras formas de ser tan diferentes y casi contradictorias, donde pese a todo, vencía siempre la amistad. Y el momento de esa historia llegó.