Ser bueno te hará dichoso, ser culto te hará libre. José Martí.

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martes, 2 de junio de 2015

Luna de miel en París con niños

Introducción

Nuestra familia tiene una tradición. Cada año por invierno subimos a la sierra madrileña, al puerto de Cotos, y ascendemos un breve trayecto por la falda del Peñalara, hasta un mirador con una vista fantástica de los nevados montes cercanos donde se sitúa la estación de Valdesquí. Es un día para que los niños disfruten con la nieve, respirar aire limpio, beber agua fresca sin aditivos de los derretidos témpanos y comer algo caliente en la Venta de Marcelino arropados por el olor y el fuego de la chimenea.
No sé por qué, los últimos años, mientras subíamos por el sendero, Ana insistía en la idea de la boda. No estábamos casados, solo habíamos dado el paso de registrarnos en el ayuntamiento como pareja de hecho. Ya teníamos un hijo y seguíamos sin la necesidad de casarnos legalmente. Pero a Ana le hacía mucha ilusión que celebráramos una boda tradicional (en realidad le encanta organizar todo tipo de fiestas y acontecimientos), no solo la fría firma en el registro civil, aunque con nuestro toque personal. A mí me daba mucha pereza meternos en semejante berenjenal de preparativos y gastos, pero finalmente accedí antes del nacimiento de nuestro segundo hijo. Pero con un bebé tan pequeño retrasamos dos años la organización, y aunque nunca sale todo como más nos gustaría o como preveíamos, el día pasó tan rápidamente que casi ni nos dimos cuenta. Pero sin duda, fue un gran día.
Ella se encargó básicamente de la preparación de los detalles. Todo el mérito de lo mucho que gustó la celebración a los invitados fue de ella y sus aciertos, como de las sorpresas que ni yo mismo esperaba. Mientras que yo trataba de que los gastos no se dispararan, algo muy difícil de evitar. También me encargué del diseño de nuestra luna de miel, ya que viajar es una de las cosas que más me apasionan. Dimos vueltas a diversos lugares, pero estábamos de acuerdo en que teníamos que ir con los dos críos, no podíamos dejarlos, y tenía que ser un sitio que les gustara visitar. De manera que la opción de París, la ciudad que Ana y yo amamos bohemiamente, con la juguetona y comercial trampa de Disneylandia, pareció la más apropiada, aunque yendo con ellos significara no vivir la luna de miel exactamente como las parejas de recién casados hacen la luna de miel, sobre todo cuando los hijos no salen de la habitación...
Para mí, sería ya mi octavo viaje a la ciudad de los puentes del Sena. El primero, cuando era muy joven y tomé el tren en Chamartín sin reservar en ningún hotel y durmiendo en la calle o en la estación de trenes de Austerlitz, como cualquier otro vagabundo, o clochard como se les llama allí. También fue el primer lugar que visitamos Ana y yo cuando apenas llevábamos unos pocos meses saliendo. Y París fue la ciudad elegida para dar una sorpresa especial a nuestros padres: les hicimos creer que viajarían a Barcelona, pero hasta que no estuvieron hasta los mismísimos pies de la Torre Eiffel no supieron la verdad. Nos aprovechamos de lo poco o nada que habían viajado al extranjero para conseguir semejante engaño: digno de un programa de cámara oculta. Y por último, la ciudad del amor fue la elegida cuando Ana y yo decidimos empezar a buscar a nuestro primer hijo. Los niños vienen de París, decían antaño, los trae una cigüeña. Y aunque no fue concebido allí, aquel viaje tan especial fue inolvidable.

Ahora íbamos a ir con los dos pequeñajos, y sabíamos que también se convertiría en un viaje único que nunca olvidaríamos. No se repetiría con esas edades, Pablo con casi cuatro años y Pedro todavía un bebé de menos de dos. Lo que desconocíamos era lo cansado y agotador que sería, y las reacciones y comportamientos que iban a tener. O lo mal adaptado que está el metro de París para ir con un carro (o silla de ruedas). De todos modos, el cansancio y los nervios se pasan, y el recuerdo y su pátina de arco iris persiste en la memoria para alojarse en las estanterías inolvidables donde viven los volúmenes de la magia de París.



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