Mientras
creía que me quedaba sordo
me quedé
ciego
y no vi más
la luz de los perfumes,
las miradas
en la cuneta de los errores,
los caminos
en la dirección de las frases.
Me senté en
el vacío de un hueco
y con la nada
hilé mis manos hacia el viento
sin pedir
unos pies
con los que esquivar
a las palabras.
Mientras creía
que no avanzaban las nubes de la oscuridad
me movía en
el tiempo
y mi aspecto era más acorde con el silencio
de la masa que se deja llevar.
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