En esta obra de teatro nada es cierto y todo es verdad. Marcel Proust, el escritor que escribió En busca del tiempo perdido, una de las novelas más importantes de todos los tiempos, tuvo desde muy joven la idea de escribir esta obra, pero por dos veces lo intentó y dos veces lo abandonó, hasta que a la tercera fue la vencida después de encontrar la magdalena que daría inicio a una serie de recuerdos que creía olvidados. Por la obra de teatro circulan algunos de los personajes más importantes de su vida, desde su sirvienta Celeste, que tanto le cuidaría, pasando por Marie Nordlinger, con quien tradujo al francés dos obras de inglés John Ruskin y con quien tal vez estuvo tentado de casarse. Otros personajes importantes son Reynaldo, primo de Marie, y que fue el mejor amigo del escritor y uno de sus primeros amantes en secreto, tal y como la homosexualidad requería en aquella época de cambio de siglo. También Alfred Agostinelli, quizás su último gran amor, que moriría en un accidente y que daría lugar a una parte del personaje de su obra magna, Albertine, que desarrollaría en los libros, La fugitiva y Albertine desaparecida. Marcel Proust pasó los últimos años de su vida encerrado en su habitación, durmiendo de día y escribiendo de noche, sin parar de escribir y corregir las diferentes partes de su obra, que todavía en vida le otorgaría celebridad, sobre todo a raíz del premio Goncourt por A la sombra de las muchachas en flor. Le dio tiempo a escribir la palabra fin de su larga novela, pero no de hacer correcciones que tanto engrosaban cada volumen. No obstante, lo escrito es una parte fundamental de la literatura francesa del siglo XX, y que sigue dando tanto que hablar, como este año que se cumplen 100 años del comienzo de su publicación.
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